GIRASOLES

En el centro de tu iris, un pedernal ardiente muerde con asombro los gajos color ámbar. Uno a uno los desgrana, con paciencia blanquecina, fluyendo en el deseo de llegar, al fondo mismo del espacio en el que yergues tus virtudes. Algunas me ensordecen y otras me enamoran, sin pretextos, con premura. Por eso estoy. Por eso soy, en el verano, el pétreo girasol que nunca calla, como el viento en la quebrada de tus pechos.

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