EL NAUFRAGO

Estuvo perdido en su laberinto durante muchos años, hasta que sus lamentos dejaron de ser eco en los cielos y sus pasos se convirtieron en pájaros; hasta que su mirada se hizo arena y sus manos se quedaron ciegas.
Y con la herida de cada amanecer se preguntaba qué hacer, cómo escapar de las sombras o dormir sin encontrarse fragmentos.
Su corazón estuvo lleno de preguntas, de mapas. 
Su corazón se hizo trizas, hendido por las piedras, cayendo  sin asombro al cauce de la sangre. 
Su corazón fue la casa de un amor sin aciertos, el lóbrego templo de un río que dormía.
Su corazón fue la puerta, el tiempo las baldosas, la nación de los árboles y el canto de los gallos que se quedaron sin rostro, sin un mañana probable, porque a la vuelta del tiempo se fue quedando sin rimas, sin notas y se cerraron sus ojos.

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