EL CAMINO DE LOS SUEÑOS

En el amanecer tenía tantos sueños
que era difícil contarlos. 
Algunos tenían nombre propio, 
apellido de bestiario y un sombrero. 
Otros eran sólo sueños,
sin más firmamento que su espalda torcida. 

Algunos eran toscos, sin voz ni cordel. 

Pero pasó que la vida gastó sus visiones.
Uno a uno fueron pasado y fueron recuerdo. 
Abrieron la puerta y salieron, 
unos al cielo y otros a tierra,
para no volver ya nunca.

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