EL NORTE

PERSONALMENTE te amaba
desprovisto de  piedad y respeto.
Te amaba y además 
te pertenecían mis defectos
mis aciertos y desdichas.
Te eran dados mis recuerdos
más sublimes 
que el tiempo había borrado:
 

Recuerdos sin rostro ni estatura
sin fragancia ni perdón
como dagas en el alma.

PERO después de todo
quién desea la posesión 
de tanto aluvión desesperado
de tanta fe sin objetivo.
Quién desea el desorden
de los puntos cardinales
y el horror del fracasado:

Escombros ya sin eras
maderas sin orillas
y de un golpe
la muerte en la venganza.

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