LA SENDA

EN ocasiones mi corazón muere de tristeza, 
de frio, de jazmines.
Mi palidez efímera se adhiere al liquen

y el invierno repta por las hojas. 

He venido desde lejos, 
tanto como he podido 
y ahora he de seguir 
la inefable senda de lo factible, 
donde hoy veo un gorrión muerto. 
Su cuerpo diminuto no es parte del aire, 
pero su agonía sigue oyéndose a lo lejos. 
Entonces sigo caminando.

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