SONETO DE MADRES

HAY en la sed de los árboles,
una mirada esbelta que cruza
las ánforas del mediodía, lejos.
Una nación yerma, sin espalda.

Hay en la frontera del sueño,
una estación resuelta, venida
de los maderos salados, del frío.
Allí anidan mis dedos recientes.

Madre, selva, planeta disperso,
rincón de los panes y el tiempo.
Yo vine a escalar tu premura.

Madre, templo, lecho de alivios.
Yo vengo del norte a buscarte,
y me quedo a solas, con mi rostro.











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