VIAJE POR LA SANGRE




NO vayas a dejar sola la casa.
Que siempre haya gente,
voces, risas, ojos desbordantes
y una sola puerta.
No te olvides de las plantas,
ni de los ojos de los cuadros,
ni del polvo en tus ojos.
Las cartas son abrazos, sendas escabrosas.
Padre ¿estás?
He parido cinco penas
todas juntas.
He querido dejarlas en tu puerta
para ver si te detienes ¿Estarás?
Por mi boca viene un río a verte
y a escucharte.
No te ve, no te oye. Acaso tus labios estén
tras alguna puerta, bajo algún umbral
que no conoce.
Hoy te entierro sin ojos
y después del ciclón te escucho,
ya sin río.
No comprendo lo que dices
y reviso mis insignias, lo poco que queda
antes de irme.
Ahora sí, te escucho claramente,
dislocando los órdenes de mi memoria,
arremetiendo con el glosario
de lo que no conozco y añoro.
Padre ¿vendrás?

Aquí te espero
de pie junto a mis anclas.

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