LEJANÍAS





[SENTADO el hombre sobre un banco 
de piedra]
piensa en su Homérica gesta,
en el hilo vital de su existencia
que se acaba, y siente tristeza
ante la inmensidad de la nada.

Observa sus zapatos raídos,
su camisa humilde, sus brazos tiznados
por el corazón de tantos hilos, 
y piensa, que desde que puede recordar ha tenido miedo.
Miedo a las noches, cuando le costaba conciliar el cansancio diurno,
con la epifanía celeste del sueño,

miedo a las risas sin nombre,
y a los huesos sin fosa.
 

Piensa,  piensa,
mientras su mano izquierda
recorre su frente 
como queriendo arrancar 
los conjuros del desorden
en su humanidad perdida, 

en su adicción lasciva al abrazo
del abismo y de la muerte.
Ha sentido el estertor 

desde el mismo comienzo de su vida.
 

Se siente cansado, 
abrumado por un hogar
que no le pertenece, 
por frases concebidas 
en su otra vida sin orillas.
 


Se siente solo, 
no obstante la voz de los sauces,
habla en su vientre, dentro del agua,
en su matriz amortajada, 
en sus corneas negras,
[excavadas por el pico incansable del Carancho]
 

Y finalmente, la piedra milenaria
le habla de los sauces, del agua
y de tantos asombros que lo esperan
dentro de sus ojos perdidos,
al ver como emerge la daga plateada
de un pez diminuto, 
enganchado a su anzuelo.

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