PARA qué vibrar la tensión del aire,
el desnudo cuerpo de las alas.
Los maderos: el arce y el cedro,
lloran, en el hueco gris de un árbol mudo,
de tensión ciega.
Brillan las falanges que duelen,
la tersura de las uñas, y la voz rota del que fue
y se dejó este mueble desarmado,
que por la noche lo espera,
por el alba lo espera,
y gime inerte en los latidos del día.
Yo te despedí un día,
aunque sé de tu nobleza.
Yo te blasfemé un día
aún sabiendo tus amores.
Te solté la mano
y fui el más gris de los hombres,
el arriero, la rueda que cruje.
Yo te alivié un día
Para no sufrir más.
A mi madre, en el día de su cumpleaños.
el desnudo cuerpo de las alas.
Los maderos: el arce y el cedro,
lloran, en el hueco gris de un árbol mudo,
de tensión ciega.
Brillan las falanges que duelen,
la tersura de las uñas, y la voz rota del que fue
y se dejó este mueble desarmado,
que por la noche lo espera,
por el alba lo espera,
y gime inerte en los latidos del día.
Yo te despedí un día,
aunque sé de tu nobleza.
Yo te blasfemé un día
aún sabiendo tus amores.
Te solté la mano
y fui el más gris de los hombres,
el arriero, la rueda que cruje.
Yo te alivié un día
Para no sufrir más.
A mi madre, en el día de su cumpleaños.